Fecha, hora y lugar de la defunción: 17 de octubre de 2009, 3:44 a.m., Hospital Español, México DF.
Era muy tarde y la mitad de los curiosos ya se habían marchado, solo los que se marcharon se dieron cuenta de lo morbosos que habían sido. Los que seguían ahí de verdad no tenían nada más importante que hacer, nada más importante que hacer en el DF. Nada más importante que hacer en este mundo.
Narciso subió a la azotea en el mediodía, subió por un juego que estaba realizando con un par de niños del vecindario. Conocía a los niños desde hace meses y los invitaba a jugar frecuentemente, al parque -que quede claro, en un lugar publico. Estaba enfrascado en un proyecto de novela que comprendía la vida de una manada de infantes, y no quería caer en el mismo error que todos los autores caen cuando escriben niños. No quería dibujarlos como seres con raciocinios de persona mayor, no quería que los diálogos fueran falsos, no quería enviar mensajes alegóricos por medio de la conducta de los pequeños, quería reproducir la inocencia de los niños a la perfección.
Como si los niños fueran inocentes.
El mismo fue un niño tranquilo, aunque activo a su manera. Antes de volverse adicto a los libros fue adicto a la televisión, aun así tuvo todo el tiempo del mundo para atiborrarse de tiras cómicas, en general fue un niño sedentario con mucho tiempo libre. No fue un niño despreciable. Si tuvo su dosis de insoportabilidad, como cualquier otro niño sin enfermedades de parálisis, pero esta estaba dentro de lo aceptable para un feto de cocainómano.
Contaba su madre que cuando era muy pequeño le costo mucho trabajo aprender a hablar, su primera palabra la exprimió a los 2 años y medio. Después de ese momento se le vino una tremenda avalancha de lenguaje para todos incomprensible. Al principio pensaron que el niño era idiota, como su padre solía remarcar a todas las personas que tenían el tacto para preguntar por su estado.
-Es idiota- Decía.
Era un padre cariñoso.
No tenia tanto de idiota, deshabilitado sí, era anósmico –como ciego, pero del olfato, por eso no le gustaba el vino- pero no idiota. Como les hizo saber la sirvienta, lo que el niño hablaba era una lengua del sureste mexicano. Lo primero que hicieron fue despedir a la criada. No fue un despido en el laboral sentido de la palabra, fue más bien como una expulsión agresiva, como si estuviera sacando cucarachas. Salió despedida de esa casa –creo que esta oración lo aclara. Se tardaron más en enseñarle el castellano.
Ya no conocía ni una palabra de esa lengua. No recordaba tampoco esa anécdota.
Volviendo al juego con los vecinos, este consistía en lo siguiente: Los niños esperarían en la acera frente al edificio con un par de globos repletos de helio a que Narciso se asomase por el borde superior del edificio. Cuando el futuro suicida les hiciera la señal, soltarían sus globos uno a uno y el intentaría atraparlos. Nada complicado ni divertido.
Los niños se llamaban Luis y Absalón. Uno de ellos era de una familia de clase media alta de la zona. El otro limpiaba parabrisas mientras su madre solicitaba contribuciones a los conductores. Luis era rubio y notoriamente alto para su edad, solía vestir jerseys de equipos de soccer foráneos y pantalones de mezclilla. Poseía un par de zapatos tenis para casi cada día de la semana y estudiaba en una escuela privada de la colonia. Absalón era pobre.
En la escuela el suicida fue un niño marginado, y si a eso le sumamos lo dramático que era, entendemos porque su padre se sorprendió cuando le contó de su matrimonio. Sí, recibió bastantes embestidas de sus compañeritos desalmados, pero le dolían más de lo que en realidad eran. No era su culpa. Era un chico anónimo para sus profesores de primaria, solo un día figuró en clase, cuando lo mandaron por un reporte. Fue un triunfo para el.
-Ve a la oficina del prefecto.
-¿Por qué?
-Porque digo yo.
Ahora estaba en la azotea de su edificio, no logró recordar de la causa de su reporte.
Causa(s) de la muerte: Fuerte caída acontecida el día 14 de octubre del 2009. Lesión craneoencefálica con fractura de cráneo y laceración cerebral del hemisferio derecho. Muchos más huesos quebrados. Pasó tres días en el hospital. Varias personas fueron a visitarlo, tuvo tiempo de rehacer su testamento. Muchos se despidieron de el, algunos pocos lo insultaron. Algunos esperaron su recuperación que más bien pintaba como resurrección. Tardo alrededor de tres días en morir.
Al ver a los niños liberar sus globos, entendió que tenia una salida. En los globos se proyectó a si mismo como un ser capaz de liberarse. De verdad creía que los globos se emancipaban de los niños como el debía hacer de sus ataduras morales, físicas, sociales. Tomo su decisión, tardo varias horas en tomarla en realidad.
Finalmente se lanzo, todos lo vieron. Los paramédicos entraron en escena de inmediato. Se dispersó la multitud. Se fueron hablando de ese loco y el tema duro unas semanas. Tardo tres agonizantes y terribles días en morir. Murió a los 36 años. Todos los demás participantes de este relato fueron relativamente felices para siempre.
Feto de cocainomano, excelente.
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