Lagartija

febrero 2011

Sin otra opcion, llegó la noche para el.

Llevaba dias enteros de oscuridad, la decima plaga. Treinta dias de sodoma, treinta dias de gomorra y el fuego seguia bajando del cielo. Piedra volcanica.

Treinta dias mas de diluvio y ahogue.

Era imposible seguir caminando en ese pantano. En ese terreno tan dañino y tan impertinente que nadie merece. Nadie.

Regresarse a su casa, penso el, pa que andar metiendo las narices donde a uno no lo piden? Justo ahí donde uno quiere meter las narices mete la pata. Y regresar a casa no era ninguna solución porque casa estaba en otro lado. Bañandose de utopía mientras el se embarraba de lodo.

Y como podia creer en redencion? En salvación? En bendición? El sabia que Dios castiga. Dios lanza sus bombas, rayos, terremotos. Dios se encarga de que los escuchemos, y los vivamos. Dios quiere especialmente que se sufran, como achaques de ancianitos que ya vivieron casi todo.

Más como una estocada que otra cosa. Más como la gota que derramo el vaso.
Y hasta el vaso se quiebra. Pregunten.

Dios tiene una afición especial por apedrear lagarijas, penso el, lagartija. Una lagartija en medio de changos. Un reptil en medio de fuego, un reptil en medio de hielo. Un gran reptil en medio de dragones, aún mas grandes dragones. Una lagartija en el lodo.

Un reptil de modales y odio. Un reptil invisible a quien nadie cree. Un reptil sin palabras, que se queda corto.

Un reptil con ganas de pelear, y tal vez perder. Las lagartijas fueron inventadas para aventarles piedras. No se comen, no se visten: solo se apedrean.

Claro que ustedes no entienden, paradotes ahí con sus piedras en las manos. ¡Andenle, sin miedo, que a eso vinieron! ¿O que no mis changos?

¡Avienten esas piedras carajo!

O aplaudan...

Al fin que es lo mismo.