Hasta la palmera del DF

El mas frio de todos, entre todo el monoxido, entre toda la mierda.
Hasta en medio del gran populado paseo de la reforma, en el fondo del planeta, en el escenario del olvido bajo las luminarias de todas las miradas de las hermosas ratas familiares que no encuentran donde colocarse pero nunca lo cuestionan.

Hasta a ellas se le ocurre a veces que las glorietas nunca fueron lugar para las palmeras y que el mal gusto tiene la culpa de todo lo incorrecto y todo lo torcido. Diafano defe. DF diafano.

El gran de efe, rey del mal gusto. Pero bien querido por sus hijos, a los que puso para siempre a caminar sobre el agua. Sobre el glorioso lago de Texcoco (mas bello que el mar de Galilea). El milagro bíblico 20 millones de veces. El chilango es el mesias. Ya ven como transforma el vino en agua. Y el perro en tacos, la multiplicacion de los tacos. La resurreccion de Lazaro, aunque sea Cardenas. Sin Viacrucis pero con Viaducto. Haganos lo que quieran que resucitaremos como cucarachas nucleares, y no necesitamos tres dias.
desafiante df
Defenestrado defe
Definitivo df
Desafinado de efe
Disfuncional DF
Desaforado df
Diferido defe
Defensivo defe
Defecado DF
Deficiente de efe
Defendido df
Dificil di ef
Desenfrenado de hefe
D_F_
Defectuoso

El dia que Sancho perdio todo.


Says one time he went out in the wilderness to find his own soul,

an’ he foun’ he didn’t have no soul that was his’n.

Says he foun’ he jus’ got a little piece of a great big soul.

Says a wilderness ain’t no good,

’cause his little piece of a soul wasn’t no good ’less it was with the rest,

an’ was whole.

JOHN STEINBECK, THE GRAPES OF WRATH


Terriblemente asustado, aunque con su sanidad aún bajo control, Sancho comenzó a contar y recontar sus últimas dos horas. Había despertado, tomado y par de bananos de la canasta de frutas de su cocina y un plato de cereal, arroz inflado embarrado de saborizante a chocolate y una variedad de colorantes que hacían su leche deslactosada una especie de líquido morado, como si los pequeños granos procesados se desangraran, o mejor, desintegraran, en un líquido corrosivo. Un ácido temible que terminaba lentamente con su paz y los deshacía y debilitaba al minuto. Luego un trozo de metal los recogía de su suplicio y los depositaba dentro de la boca de un monstruo que los molía con unas columnas, colocadas a los lados de la cavidad, una junto a otra, formando hileras, y otras columnas arriba, simétricamente colocadas, que subían y bajaban para aplastar despiadadamente, pero dejando el trabajo a medias, para prolongar el sufrimiento de los machacados granos. De ahí pasaban por un tubo a otra cavidad, más grande esta, que como un genocidio nazi liberaba ácidos que los quemaban y los desintegraban a nivel molecular, causando un dolor de nirvana, un dolor total, que se encargaba de rodear y morder hasta el último rincón del cuerpo, haciendo presente en la conciencia la totalidad del ente, haciendo a cada terminación nerviosa gritar “aquí estoy, ayuda”, y saturando todas al cerebro. Un cerebro empático, que se toma la molestia de escuchar a todas esas partes, a veces tan lejanas y tan inconcebibles. Y él ya sabe que no tiene caso pero aun así sufre con ellas y por ellas y les dice “todo va a estar bien” pero él sabe que esto no es cierto, y es lo último que sabe porque hasta el termina sucumbiendo. Todo eso desintegrado pasa a ser una misma masa, que después de ser despojada de sus elementos más valiosos retoma la forma del chococrispis, pero como un ente mucho mayor, una de tantas heces fecales, únicas todas y bellas en su propia forma. Todas esas pequeñas almas sumandose en una enorme, que las comprende a todas, la gran cagada, alabada y adorada. Esa experiencia religiosa materializada, ese espíritu gigante que se nos ha prometido lo encuentran esos chococrispis durante un momento en el sublime proceso digestivo, para luego pasar al inodoro, ese purgatorio incoloro, insaboro e inodoro que antecede al paraíso del caño, en donde toda nuestra civilización se encuentra y se mezcla. En donde todas las almas entran en contacto sin que ya nadie las moleste y esperando su turno para reencarnar en otro ser, como las fresas de Irapuato o los bellos jardines de esos hoteles de cinco estrellas, regados con aguas tratadas. O irán a parar al mar, a la mancha de basura del pacifico, o pasaran a ser bacterias, y luego creel y luego una gran ballena azul, la criatura más grande posible, o tal vez camarones, sabrosos camarones dispuestos a ser despedazados en todos los puertos del mundo.

Sancho pensó en todo eso, sentado en su cama, escuchando como sus enemigos golpeaban la puerta, cerrada con candado y reforzada con tablones clavados en la pared. Si van a entrar, pensó, que les cueste trabajo. Tomo un trago de licor y se recostó un rato.

We Discovered It

Meaningless! Meaningless!”
says the Teacher.
“Utterly meaningless!
Everything is meaningless.”

Ecclesiastes 1:2


They had been walking for days now. Mostly in the woods, but only a week ago both were doing their last search for life in the city. As they stepped in cracking old branches and leaves she remembered the day it all had started. She was not to leave her room, her father and mother ordered. They never came back. She was 13 at that time.

She did not know where he was when those days came.

Are you sure we are the only ones left? – She asked him with tenderness.

We are – he answered.

How do you know?

I know.

He smiled at her. She smiled back. She would have believed him whatever he told her at that point. Nine years had passed since he took her. They both remembered well, the city was being heavily bombed and he entered her house to protect himself from the fire. He found her anemic and lifeless. He took her to his house in the suburbs where he cared for her until she was healthy again. They never got apart from then on.

She used to read to him, whatever they found on their travels. But they read mostly the Bible. For some reason they could identify with those tragedies and that wrath from the Old Testament. Those were spiritual times despite all, as if the human race were returning to their origin. It could be said that they were some wrecked Adam and Eve in a search for some godforsaken Garden of Eden.

It was five years ago they last saw a human being. And sick old man with no chances.

It was getting late and cold, so they took refuge below a big rock that had a sort of cavity. They took some sleeping bags out of the backpack and ate some canned peaches. They slept a lot that night. Nights were a lot more bearable since they had made their final decision. At least for her.

They kept going for days and days, each day consuming rations of all sorts of canned food, hunting whatever rodent they could get their hands on, but each day closer to finishing it all.

They then got to some desert; both knew it was the place.

He pulled out a pill box he had in his coat, one with a little tree drawing on the label, and gave her a bunch of capsules.

Are you sure you want to do this? – He asked.

Never been this sure in my life – she laughed.

I guess it had to end someway, who would´ve guessed, right? – He chuckled.

He suggested taking them all so they would make effect, as they were kind of old. She took them, he took them and they laughed. Laughter turned into coughs and then into silence.