El suicidio de Narciso Luz (PARTE I)

-¿Como dice que se llama?
Pregunto el.
-Narciso.
Contesto ella.

Profesión: Tiene altos estudios universitarios en materias humanistas y ocasionalmente escribe, aunque no tiene un ingreso en particular, mucho menos una actividad que le sea remunerada. Este hecho no impide que el individuo lleve una vida comoda y opulenta. Al parecer, y por lo que se relata a su alrededor, heredó una considerable cantidad de dinero hace algunos años que murió un tío lejano. Esto, como algunos amigos cercanos saben y el lector descubrirá después de la coma, es absolutamente falso. Sus dos padres eran hijos únicos, igual sus abuelos; bisabuelos también. El caso es que su árbol genealógico no le concedió tíos lejanos. Más bien, había ganado la lotería algunos años antes, algo que evidentemente le avergonzaba, haciendo sospechar a un servidor que el hombre (Narciso) quería ocultar que alguna vez creyó en la lotería. Palabras fuertes: creer en la lotería.

-¿Cuanto tiempo dice que lleva ahí arriba?
-No más de una hora.

El hombre era de muy mediana estatura, ligeramente obeso, calvo hasta donde el cráneo recupera la pendiente. Vestia un traje elegante, un poco viejo, lo de viejo lo digo por el desgaste, y no llevaba zapatos, lucia cómodo. En el rostro portaba unos exquisitos bigotes que aunados a su curiosa complexión le proporcionaban un aura de cantante de opera. Este inoperante símil de un cantante de opera se encontraba en un peculiar escenario.

-¡Narciso!
Llamo el hombre del altavoz, cuyo grito llamo la atención de todos los espectadores detrás de la banda amarilla puesta minutos antes por los policías.
-¡No tienes que hacer esto! ¿Lo has pensado?
-¿Hacer que? ¿Pensar que?
-¿No quieres quitarte la vida entonces?
-Podría esperarse un poco de brillantez del hombre que envían a apaciguar suicidas.
El hombre del altavoz tardo en asimilar el insulto.
-Me acompaña un hombre que intento lo mismo, ahora lleva una vida feliz y exitosa.
-¿Cual es su profesión?
-Ferretero.
-¿Ferretero?
-Si, soy ferretero.- Contestó el ferretero.
-Respetable.
-Me mira hacia abajo porque soy ferretero.
-Lo miro hacia abajo porque estoy posicionado 6 pisos sobre usted: Ahora bien, contestando a su analogía, no lo miro hacia abajo, solamente pienso que alguien que llego a ser ferretero, oficio cuyas peripecias desconozco, no debe de ser muy capaz de comprender la complejidad de los problemas a los que se enfrenta un servidor.
-¿Y que profesión desempeña usted, si me permite el atrevimiento?
-No hay atrevimiento alguno. Ninguna profesión en particular, aunque me considero un poeta, mas un escritor que un poesía a decir verdad.
-Pero no tiene profesión.
-No ninguna.

Profesión: Ninguna.

-Entonces es usted un maldito nadista.
-¿Un que?
-Un inútil.

En ese momento decidió el réferi, antes conocido como el hombre del altavoz, intercedió para detener el fiero debate de clases que a su parecer no le facilitaba el trabajo. Aunque si hubiera corrido por su cuenta, habría permitido al inacabado poeta lanzarse de cuantos pisos quisiera.

1 comentario:

  1. Deliciosa mezcla de Bolaño y Douglas Adams, con un toquecito de Godard, tal vez...

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