XXI

No le tomó mucho tiempo darse cuenta. 12 minutos. Les tomó 12 minutos darse cuenta de que llevaban 12 minutos viendose a los ojos. Se divirtieron mucho porque sus ojos eran de colores. Los ojos del ratón eran mas grandes que los de el en ese sotano, aunque el llevara mas tiempo, mucho mas tiempo en ese sotano que el ratón. De hecho, llevaba 12 minutos viendo al ratón a los ojos, pero llevaba 31 años en ese sotano.

Treinta y un años. Algo asi como el promedio de vida de alguien en la edad media, en alguna epoca llena de brujas y plagas y guerras. En Francia, el campo de batalla de Europa.

El sotano estaba muy lejos de Francia, fisicamente. Obviamente era mas facil llegar a Francia desde ahi en esos tiempos que en la edad media. Hasta para las plagas, aunque no por tanto. Las plagas viajan casi igual de rapido desde siempre.

En el sotano no habia comida, y fuera del sofa cama no habia muebles. Habia agua potable. Sin agua potable no habria durado los 31 años que le permitieron darse cuenta de que el agua potable es incolora, e inodora, pero su sabor habia cambiado mucho desde que decidió entrar en el sotano para vivir el resto de su vida.

Estaba muy familiarizado tambien con los ratones, constituian el 99% de su alimentacion, la totalidad si ignoramos el banquete que le dieron los loqueros de la comunidad para convencerlo y sacarlo de alli. 31 años, una institucion que avalaba records increibles le ofreció una cantidad interesante de dinero para entrevistarlo.

A los 26 años decidió cortar comunicación con el exterior. No sabia nada de afuera ademas de los ruidos del suburbano que sacudian su sotano cada cuanto. Era lo unico que le constaba del exterior. Fuera de eso se empezaba a enterar tambien por boca de los ratones que hubo bastante progreso, tecnologicamente hablando, desde que decidió encerrarse hasta este momento. Coches voladores no, teletransportadores tampoco, y el petroleo todavia formaba parte importante de la vida energetica y social de la humanidad. Evidentemente no se habian erradicado aun las plagas de roedores de las grandes ciudades.

El ratón tenia miedo, pero no lo suficiente para evitar verlo a los ojos durante 12 minutos. No se atacaron y el ratón simplemente de dio la vuelta y se fue murmurando algo. El hombre encendió la televisión y se recostó en la cama. Durmió lo que para el pareció un instante y se despertó en la inestable oscuridad. Sacó un poco de pasta de la despensa y puso a hervir un poco de esa agua de arcoiris. Se sentó a esperar. Antes de los 10 minutos necesarios para ablandar la pasta a texturas comestibles pasó un tren por las vias subterraneas que vaporizó toda la furnitura del sotano, incluyendo su pasta de colores. Regresó a su viejo sofá y se sentó a leer.

Ya no entendía lo que queria decir nada, por lo menos ese libro le confundió mucho y decidió darle otra oportunidad a la cocina. Mientras sacaba otro sobre de pasta pensó en lo molesto que era cuando los autores querian poner sus palabras en la boca de sus personajes. Le molestaba mucho que se proyectaran asi en los personajes y que trataran de hacerle creer que un cualquiera pudiera alcanzar conclusiones o por lo menos ideas de esa indole.

Esta vez la pasta quedó de maravilla y le dió tiempo de engullirla sin repercusiones. Despues de eso se rasuró y se volvió a tirar en la cama. Una vida bastante activa la de este señor, a pesar de sus 31 años en un sotano de 3 metros de ancho y 4 de largo. Las paredes eran de concreto y despues de un rato bajo esas sombras se alcanzaba a ver lo que quedaba de verde en ellas.

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