El suicidio de Narciso Luz (Parte IV)

Fecha de nacimiento: 18 de Noviembre de 1972

El suicida tenía al momento de la presente tentativa de suicidio la edad de 36 años.

-El hombre esta atado al mundo físico, a su existencia en un cuerpo, pero sobre todo a la existencia de la sociedad, y por eso esta maldito.- Gritó Narciso en tono triunfal.
-Pero…
-Es por esto que he decidido huir ya de este suplicio como prueba absoluta de mi libertad.

En ese momento apareció la mujer a su lado, como para poner en marcha un clavado sincronizado al abismo eterno.

Era una mujer fuerte, poderosa, de esas que evolucionan de ser chicas agradables y hermosas a ser madres sólidas, abuelas cariñosas, pero sobre todo, viejas masculinas e intimidantes. Esas musculosas ancianas que hacen dudar a uno que alguna vez fueron atractivas. Aun era joven esta dama y se dudaba a su alrededor el hecho de que algún día pudiese volverse madre. Ahora se desvanecían todas sus esperanzas –si es que albergaba alguna, no en el sentido de que deseara pequeños, sino el sentido de querer procear en sí.

Obviamente no buscaba lanzarse con el. Seguía estimándolo, sorprendentemente no le parecía desagradable.

-Oye, dice el carbón del altavoz que si puede subir a decirte algo.
-Explícame que esta pasando.- Replicó desconcertado.
-Estas en el techo del edificio y mandaron a este hombre a convencerte de que no te tires.

Se conocieron extremadamente jóvenes, de la misma edad ambos. Para el fue su primera experiencia amorosa y como tal fue fuerte. Ella se cegó por el talento de el –si es que tenía algo- y se sumió mas que él en el letargo amoroso. Ambos estaban enamorados aun más de las letras y creían poder hacerlo todo. Ella esperaba que de el deviniera un magnifico y triunfante autor de toda clase de obras literarias.

No tardo mucho en llegar la decepción.

Se llamaba Marcela, no era fea. Mas bien si, era un poco fea. No era muy fea. Había leído desde su infancia todo lo que halló sobre literatura latinoamericana, estaba fascinada por lo que surgía en su región del mundo y defendía a capa y espada a esta rama de las letras como la más grandiosa de todas. Subrayaba todos los textos que leía, cosa que Narciso encontraba por de mas ridícula –se percatara el lector con el paso de este relato como el suicida en cuestión encontraba esta última palabra útil para definir a las innumerables situaciones con que no concordaba.

Encontrar a Narciso fue un parte aguas en su vida, “su propio García Márquez”, pensaba ella. La farsa que representaba Narciso se develo Marcela dos años después de conocerlo, cuando ya estaban comprometidos para la unión sagrada del matrimonio. Descubrió la basura que eran sus escritos y vió el desastre en que consistía su novela. No lo abandono. Por el contrario, permaneció a su lado, asesorándolo e instruyéndolo. En verdad fue ella la que estuvo detrás de toda su obra posterior, la propietaria intelectual de su lodosa antología. Porque, eso si, ni entre los dos hicieron algo que mereciera algo mas que la hoguera.

-Me dijo que te diga que si no podemos hacer una pausa a todo este desmadre.- La proposición le pareció, como el lector se habrá figurado, ridícula, o cual no evito que accediera a ese receso inesperado.

1 comentario:

  1. Va muy bien. Me gusta la forma en la que introduces los datos de Narciso y a los personajes.

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